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La Fundación LITTERAE es una institución dedicada a la lengua española. La difunde y promueve su estudio mediante la formación de correctores internacionales de textos para el trabajo editorial y en empresas, y el perfeccionamiento de su uso en la labor de los traductores de distintas especialidades. Con este mismo objetivo, organiza jornadas nacionales e internacionales sobre lengua española, y congresos internacionales de correctores, actividad que lleva a cabo juntamente con otras asociaciones del mundo —Colombia, España, México y el Perú— para aunar criterios respecto de la profesión y dignificarla en todos los ámbitos de trabajo. Todas las Jornadas tuvieron el auspicio del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, que las declaró de interés educativo, y de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A fin de sistematizar los temas de estudio ha creado la Biblioteca del Traductor y del Corrector de Textos, que comprende obras sobre Normativa Lingüística Española y Ortotipografía. El 3 de mayo de 1999, firmó un convenio con el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires para desarrollar, dentro del Programa de Enseñanza Abierta a Distancia, el curso de posgrado para traductores sobre FORMACIÓN DEL TRADUCTOR CORRECTOR EN LENGUA ESPAÑOLA. El 28 de mayo de 2001, firmó un convenio de cooperación con la Universidad de Caxias do Sul (Brasil); el 26 de junio de 2003, con la Universidad del Salvador (República Argentina) y el 25 de mayo de 2005, con la Fundéu (Fundación del Español Urgente, Madrid, España). Este último convenio de colaboración le permite expedir el título de Corrector Internacional de Textos en Lengua Española y la Diplomatura Internacional en Calidad Idiomática. El 3 de julio de 2006, firmó un convenio de cooperación con la Universidad de Belgrano. La Fundación LITTERAE reconoce que el corrector debe especializarse y actualizarse continuamente para no ponerle límites a su trabajo, para que este sea cada vez más solicitado y respetado. No puede vivir entre signos de interrogación, verdaderos ganchos a los que se aferran las dudas, o de exclamación, para admirarse de todo lo que no sabe; tampoco puede vegetar después de los puntos suspensivos, donde empieza el umbral de la incertidumbre, de las vacilaciones, de la nada. Sirva la metáfora para que cada corrector tome conciencia de que debe tener respuestas seguras para dar luz a los textos y de que tiene que demostrar idoneidad, solidez como profesional para fundamentar cada una de sus enmiendas.Hablar en español no significa saber escribir en español, conocer profundamente su sintaxis y, sobre todo, aplicar su normativa, palabra muy usada en distintas especialidades, pero poco empleada, sobre todo, en lo que a escritura se refiere. Hay que trabajar sin descanso para elevarse en la labor profesional con aspiración de cumbres, y no conformarse con esa calidad media que nos convierte en mediocres, adjetivo que, en latín, denota ‘a media altura de una montaña escabrosa’. Si nos quedamos ahí, si detenemos nuestro escalamiento, corremos el peligro de caernos y hasta de desaparecer. En la sede de la Fundación, funciona la Casa del Corrector de la Argentina, entidad que reúne a correctores diplomados y de oficio (con más de cinco años de antigüedad) y que tiene, como objetivos fundamentales, el perfeccionamiento constante de sus miembros y ser fuente de trabajo, para satisfacer los numerosos pedidos de instituciones y de particulares respecto de la corrección y revisión de sus obras.
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